jueves, 24 de enero de 2013

El árbol (y III) El resurgimiento primaveral de los árboles y


Mi época de poeta acaba aquí, con el tercer y último escrito
 
El árbol (y III)

El resurgimiento primaveral de los árboles y…..

Cada año, por estas u otras fechas, los capullos se abrían, soltaban la parte exterior protectora y se veía las nuevas hojas, verdes, pilosas, con ganas de crecer y crecer para recoger de la luz solar su energía y realizar la fotosíntesis, para ayudar al sustentador, a crecer y crecer, siendo más fuerte y competitivo en este mundo.

La competición otoñal de caída de hojas era algo lúdico, lo importante era antes, en la retirada y recogida de nutrientes y en la preparación de las yemas para el nuevo año.

Ahora si que la competición iba en serio, el que hiciera crecer más sus ramas, más luz captaría, el que más creciera, más energía podría enviar a las raíces, para que estas a su vez, crecieran y capturan más sustancias nutritivas y así estar los árboles fuertes, sanos y vigorosos, para competir por el agua y los nutrientes, con los otros árboles.

Esto si que era importante, ahora nos jugábamos el espacio, nosotros no nos movemos, ¡no podemos hacerlo¡.

Y, si antes, cuando éramos jóvenes, los compañeros-vecinos, estaban lejos, ahora están más cerca y esto es una lucha por la supervivencia.

Los débiles eran atacados por los hongos, se debilitaban tanto que se caían a pedazos, ramas enteras, ¡cual lepra de los humanos!.

Las ramas en sombra se podaban (eso si de forma natural), sin introducir hongos.

Cuando un bárbaro humano producía daños mecánicos mediante las herramientas de corte, ya fueran serruchos, hachas o motosierras, nos poníamos a mover las ramas para asustarlos por que me habían contado unos pájaros, que en algún lugar los humanos no desinfectaban las herramientas y podían introducirnos alguna enfermedad.
 
Los árboles sin sol, se retorcían, se giraban estructuralmente, y se dañaban ellos mismos, les llamaban dominados o codominados, palabras que en fondo significaba flaqueza,

¡Porque yo era el más grande, el más fuerte y no podía competir nadie conmigo¡.

Ya no me interesaba crecer hacia arriba, sino hacia los lados, para dar sombra a los enemigos competidores, aunque en mis recuerdos de juventud, nos mecíamos al viento juntos haciendo bonitas figuras de colores, moviendo arriba el haz, hacia el lado derecho y ahora el envés para arriba y vuelta a empezar.

Cada año, el mes del medio del invierno, se me hacia más cuesta arriba.

Ahora me decían que ya era viejo, pero ¡por mil tocones!, yo todavía me sentía joven, mis frutos son más, y me decían que eso era señal de senescencia. ¡por mil tocones!, que soy joven.

¡Pero como voy a ser viejo, si me han puesto abajo un monumento en señal de árbol monumental!.

Reconozco que alguna rama no me funciona bien, y que lo animalillos esos que me chupan y comen, cada año me molestan más, y sobre todo las ramas no compartimentalizan como antes, es cierto que los hongos de pudrición aparezcan con más regularidad.

¡por mil tocones!, me estoy haciendo viejo.

Cuanto más grande soy, cuanta más experiencia tengo, cuanto más volumen ocupo, cuantas más raíces tengo y ahora empiezo a pensar….. es cierto he bajado el centro de gravedad, saco más hojas por abajo, ¡pero es que yo pienso que es para vestir las ramas inferiores, que les ha salido unos carpóforos!….

¡por mil tocones!, me estoy haciendo viejo.

¡Ay! que me empieza a dar miedo los otoños y sus vendavales, que cada año hay más,  por eso del cambio climático, de lo que tanto se habla.

Desde hace años que los fríos y nevadas no me han afectado y… ¡no será por eso del cambio climático, de lo que tanto se habla!
 
Sinceramente prefiero que mi muerte sea por un vendaval que no por hongos de pudrición que me vayan minando el interior.

Tampoco quiero que mi final sea por una motosierra mal utilizada.

Parece que empieza a ponerse oscuro y a soplar un vientecillo…..¡CRASH!

El 11 de noviembre de 2001 llegó el temporal y oficialmente se contabilizaron más de 1 millón de árboles arrancados por el viento, en las islas Baleares.

Después del viento se oyó. ¡Aquí hay unas ramas que hay que sacar, y quitar esta señal de árbol monumental, que ya no es necesaria!.

¡Al menos no murió ni por hongos, ni por una motosierra, como el quería!.

Que su madera sea aprovechada para hacer una buena mesa o un bastón para sujetar a los hombres, cuyos huesos no pueden resistir su edad.

 Y acaba como siempre.

¿Dónde está el espejo para enseñar lo que les falta a los humanos? Que miren uno de mis largos brazos reflejado en el espejo y empiecen a entender lo que deben.

Les falta mucho de eso, pero el acertijo se resuelve, mi brazo es una rama que al revés es AMAR, que es lo que le falta a los humanos para conmigo, el árbol.

Noviembre 2007
Firmado: Luis Núñez

Jardinero-Paisajista e Ingeniero cuidador de los árboles.

Tengo muchos buenos recuerdos de aquel curso, que me hizo escribir.
Ahora no podria escribir así, por lo que me dedicaré más a la técnica, divulgación, fotos, que para escribir, pero gracias por leer, (si es que alguien lo ha conseguido).

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